68 años en el recuerdo permanente del Pueblo
Yo vengo de una familia radical de laburantes de clase más baja que media.
En mi casa, de chica, no me inculcaron el odio al peronismo ni a nadie que piense diferente a mí.
Siempre me intrigó Perón, Eva y el Peronismo en general. Pensaba porque era tan amado y odiado a la vez alguien que trató de darle una mejor calidad de vida a los trabajadores.
Hasta que un día me hablaron de Eva. Me contaron que una vez una mujer recibió de su fundación unas máquinas de coser, y que gracias a eso, esa familia pudo salir adelante con la ausencia del hombre de la casa, que había muerto bastante joven.
Historias como la de esta familia y otras que luego fui conociendo me hicieron entender al peronismo. Porque cuando algo te cambia la vida para bien, sos agradecido para siempre. Y el peronismo, por intermedio de Eva, le cambió la vida a millones de argentinos. A los que habían esperado por años y años que alguien se acuerde de ellos. De los «nadies» diría el gran Galeano.
Para quién tuvo siempre todo o por lo menos lo imprescindible , una máquina de coser, es simplemente eso, una máquina de coser. Pero para quién no tenía abolutamente nada, una máquina de coser representó una mejor calidad de vida y un plato de comida todos los días en su mesa.
Por haber entendido esa historia y por haber leído mucho sobre qué es y a quién representa el peronismo para muchos de mis compatriotas hoy me sumo al recuerdo de Eva con amor.
Siempre es el amor el que nos va a salvar.
Los que pintaban «que viva el cáncer» no entendieron nada porque les ganó el odio y la discriminación.
Y lamentablemente una parte de los argentinos sigue con esa prédica. Allá ellos.
Alicia Tellechea